MUESTRA FOTOGRÁFICA

DESEOS VISIBLES no es solo el mapa de una mujer, ni el eco de un cuerpo femenino en conflicto.

Es una travesía emocional que atraviesa a cualquier ser que haya habitado el deseo, la perdida, el encierro, la contradicción entre lo que se anhela y lo que se teme.

Cada imagen es un umbral.

Un espacio donde lo íntimo se vuelve espejo, donde la fragilidad se muestra como una forma de fuerza y el erotismo como una energía que despierta, transforma y también hiere.

Este recorrido se despliega en espiral, como un rito de tránsito. No avanza en línea recta, sino que asciende tocando las capas del alma: identidad, amor, sometimiento, despertar, ruptura y liberación.

Y aunque el rostro común es femenino, el dolor que narran, la búsqueda que emprenden, no tiene género.

Porque todos hemos sido en algún momento, jaula y deseo. Hemos amado desde la herida, y querido escapar de nosotros mismos.

Deseos Visibles es una ceremonia de revelación.

Un lugar donde las cicatrices dejan de ser vergüenza, para volverse grietas por donde entra la luz.

Un altar donde el cuerpo- sin importar su forma o historia- se reconoce sagrado por haber sentido tanto.

Primera vez

El deseo muerde la fruta. Un instante de inocencia perdida en la dulzura del riesgo.

Bendigo mi sexo

Celebración y reconciliación. Manzanas rojas donde antes hubo vergüenza.

Vinculado al deseo

Las cadenas no siempre son impuestas.
A veces se visten de fuego y elección.

Irrealidad del yo

El rostro se fragmenta entre lo que fue sembrado y lo que desea brotar.
Identidad confundida entre espejos heredados y silencios impuestos.
Todo ardor es castigo las cenizas aun llevan el nombre del deseo.

Perjuro

Deseos heredados, brillantes por fuera y vacíos por dentro. El amor confundido con precio.

Entre el capricho y la quimera

Ella cabalga la línea tenue entre lo que ansia y lo que destruye. Reina sin reino, deseante de lo imposible.

Trampas de reina

Coronada de anhelos, tejió su prisión con seda brillante.
A cada paso la belleza le ofrecía espejismos.

Tiempo estético

Allí donde la juventud se enciende, cada gesto es una ofrenda a la belleza del instante.

Misterio interior

Lo secreto vibra bajo la piel, como una promesa oculta al mundo. Un rito callado, un fuego que nadie nombra

Abreme, quiero salir

Los barrotes son internos. La mirada suplica pero también sabe.
Vibra entre lo contenido y lo que anhela volar.
Cuerpo desnudo, alma en velo, pajaros libres…

Sentimientos enjaulados

El cuerpo descansa
Pero algo en el pecho quiere escapar.
Las rejas no siempre son de hierro.
A veces, son memorias que no se atreven a alzar vuelo.

Maldito corazón

Amar fue sentencia.
Ahora la boca muerde donde antes se ofrecía.
El corazón-maldito- ya no late, se cobra.

Orgiástico

Sangre, lengua y madera:
Una ceremonia ancestral donde el placer es expiación.
En el goce: la furia.
En la piel: la memoria.
Lo que una vez dolió, ahora se celebra: crudo, primitivo, indómito.

Amar y Poseer

La entrega es sagrada y profana. La furia de lo erótico florece en ruinas.
Ella no ama, marca.
Devora el corazón ofrecido, como quien arranca una promesa rota que duele.

No suplica, se alimenta. Amar es poseer o consumirse en otro cuerpo sin memoria…

La dama sin piedad (La belle dame sans merci) que ama como un conjuro y desgarra como profecía, devora lo que toca: amar y poseer; destruir o rendirse. No suplica, condena.
Lo orgiástico, lo salvaje, lo visceral, todo se despliega no como una provocación vacía, sino como un símbolo de un amor que no conoce límites, que en vez de unir, consume.

La sin amor

Vestida para la promesa, lleva en sus ojos la certeza del vacío. Una novia del desencanto.

Que mis lágrimas corran

Cuando la palabra no alcanza el llanto es altar.
Las promesas rotas riegan el duelo.

Sombras de tristes recuerdos

La piel que se rebela, el instinto que arde, la jaula que ya no encierra.
Sombras proyectadas por la herida ancestral, dolor que no es solo suyo, sino de todos.

Por la mirilla

El ojo ajeno que juzga, reduce, condena. La intimidad expuesta se vuelve amargura.

Ausente en un mundo de vanidad

Rodeada de ruido ella se retira.
Ausencia como forma de resistencia.

Belleza del pensamiento

El verdadero deseo no esta en el cuerpo, sino en la idea.
La llama sagrada del pensar,
Luz que no consume, sino que ilumina.
El erotismo como pensamiento sublime.

Que la libertad te guie

Del pensamiento nace la emancipación.
Donde termina el encierro, comienza el deseo.
Caminar sin destino, mirar sin miedo, pensar con alas.
Ella- la libertad- susurra, seduce, invita.

Te libero

Te libero padre,
Te libero, herida.
De pie sobre espinas, sin temblar,
con la espada en la mano,
Y el trueno en la mirada.
El ritual del liberarse exige coraje, no piedad.

Si dios fuera mujer

La divinidad toma curvas. El ritual de transito finaliza, las cicatrices se vuelven grietas por donde entra la luz. Otra forma de mirar, de sentir, de recordar… un susurro detenido, una emoción que se asoma, dulce o irreverente, desde la intimidad hacia la luz.
Cuando el deseo se vuelve visible, deja de ser carga y se convierte en llama.

Premiaciones y reconocimientos fotorevista

Deseos Visibles

En la actualidad, circulan varias teorías en distintos campos, que hacen referencia al deseo en término de actitudes hacia estados de cosas. Entre los matices que ha adoptado el concepto, el común denominador es que siempre hay una motivación para suplir una carencia de algo, que se le presenta a alguien “como necesario, valioso o placentero”. El primer deseo de Eva —luego de que la tentase la serpiente identificada como Satanás—, fue el de adquirir conocimiento y poder, lo que la llevó a desobedecer a Dios y, a comer el fruto prohibido del árbol que ocupaba un lugar central en el Paraíso. Según satanás, si lo comía junto a su pareja, serían como dioses con la capacidad de distinguir el bien del mal. En la producción fotográfica de Daniela Vallari, esos dos conceptos pueden leerse como una lucha entre fuerzas que se dan en el ámbito de lo femenino. Se denota además, un diagrama que incluye relatos bíblicos, mitológicos y místicos que abarcan los ámbitos de la literatura y del arte plástico. La artista fotógrafa deja entrever, con las imágenes captadas a través de su cámara, una genealogía de los valores morales que pone a la palestra a aquellas fuerzas, con una inclinación hacia el deseo inferior —o erótico o corporal—, por encima del superior o espiritual. El color rojo domina la serie que alude a Eva. En “Vinculado al deseo”, el manto de ese color, deja traspasar la luz y refleja sobre la mujer, delicados motivos a la vez que se vislumbra el gesto de su pronto placer, el de saborear nuevamente el fruto que marcó su destino. “Bendigo mi sexo”, es la iteración de esa acción que lleva a develar su cuerpo sin temores. El amor muere y, más allá de las lágrimas, la jaula deja escapar la esencia del mal, lo cual acerca la lectura de las obras más al personaje de Lilith que al de Eva. En el folclore judío medieval, Lilith fue creada junto con Adán en el paraíso antes que Eva y es considerada su primera esposa. Como esta se negaba a obedecerle tanto a él como a Dios, escapó del Jardín del Edén. Permaneció con los demonios desde entonces y, su iconografía, formó parte del tema de la femme fatale tomada por pintores simbolistas, entre otros. En “Irrealidades del yo”, el fuego exterior también lo es interior, pasional, y pecaminosamente tentador ante la patriarcal mirada milenaria de la humanidad. La Luna Celta, tatuada en el pecho de la fémina, alude a Rhiannon, diosa misericordiosa de la Luna, en la religión de esa cultura. Su nombre se traduce como “reina divina de las hadas”. A través de sus fases y, desde una conexión con la natura y la espiritualidad, la luna creciente invertida, emerge como símbolo de devenires cíclicos de la vida femenina, con injertos renovados que auxilian a la fertilización, autorrealización e introspección intuitiva, emocional y física. Sin embargo, el tatuaje se completa con un mágico pentáculo, representación de la parte mística del poder de las brujas, lo cual opaca las características misericordiosas de la diosa celta. “Perjurar”, título de una de las obras, es jurar con huida de la verdad y, por ende, hacerlo con la negación de los valores tradicionales. Al correr su velo negro, la mujer de los retratos, encarna la transmutación de dichos valores que la enmascaraban bellamente, en todo su ser, para actuar en sociedad. Una carga primitiva, salvaje y dionisíaca colabora con ello. En efecto, en la acción que se desarrolla en la serie “Maldito corazón”, “Orgiástico” y “Amar y poseer”, no hay fuego para los leños secos que circundan al personaje. En lo que refiere a, devorar un corazón, es tratar de dominar, destruir: antropofagia del otro que obstaculiza con su amor. Es devorarlo sin misericordia, rasgo peculiar del hada de la balada La Belle Dame sans Merci de 1819, escrita por el poeta inglés John Keats. La Belle Dame, con su belleza engañosa y su poder sobre los hombres, fue la fuente de inspiración para la realización de la serie fotográfica por parte de Vallari. También lo fue para pintores prerrafaelistas, o para los ya citados simbolistas, que la incorporaron a la iconografía de la femme fatale en el marco del arte victoriano. En “Amar y poseer”, además, el desnudo junto a la mirada provocativa, desafiante y directa al espectador en tanto que sostiene el órgano vital citado, es un guiño a “Olympia”, pintura de Édouard Manet de 1863. Justamente esta mirada directa por parte de una mujer desnuda, contribuyó a socavar al arte académico. Algunos interpretan a esta obra, como una crítica a la objetivación de la mujer en la sociedad contemporánea. En síntesis, en las fotografías que componen la muestra Deseos Visibles, los mismos se canalizan en la desterritorialización de la sumisión al otro con la liberación de las jaulas impuestas. La propuesta de Vallari es volar y atravesar umbrales para tal fin. Obtener, finalmente, la libertad con el rompimiento de ataduras patriarcales grabadas, hasta ahora, en las memorias ancestrales de la humanidad. Poseer la magia del Hechizo de Luna como si fuese una bruja, es parte de la artillería de una dama que, en la diversidad tiene, como Eva, el anhelo de ser una diosa, y como Lilith, en la diferencia, tiene entre sus deseos concupiscentes, ser una mujer empoderada, sin las fronteras del amor, dolor, temor y postergación.

Andrea Zuliani Bellushi

Dra. del CETCACL